Modernidad líquida

 In Sociología

Para crear una estrategia de comunicación, debemos entender primero como siente y piensa el receptor de nuestro mensaje. La comunicación política y de gobierno sigue usando los mismos medios, técnicas y estrategias desde mitad de siglo pasado hasta hoy.

El mundo en el que vivimos no es ni por asomo, parecido al de nuestros abuelos, pero tampoco es igual al de nuestros padres….y no es siquiera parecido al que conocimos hace 15 ó 10 años atrás.
El siglo pasado se caracterizó por ser estático, sólido, fuerte.
El presente forjaba el futuro relativamente predecible y conocido en términos de reglas y valores sociales.
Nuestro mundo ya no es así.
Los cambios de valores, ideas, compromisos en las sociedades se dan en forma vertiginosa, creando realidades fugaces.
El principal cambio se vive en el marco de las relaciones personales, las creencias, los valores morales que nos permiten vivir dentro de la sociedad.
Vivimos en un presente de profunda fragmentación social, de un individualismo feroz y un nivel de consumismo exacerbado.
La pertenencia a un colectivo, la familia, el trabajo, las ideas políticas, la religión no tienen similitud alguna a las del siglo pasado.
Vivimos en una búsqueda de libertad personal por encima de cualquier otra cuestión, somos seres egoístas y extremadamente individuales.
Las relaciones personales se caracterizan por la superficialidad y falta de compromiso, fugaces, sin profundidad ni solidez, diferenciándose así, de las relaciones duraderas y permanentes del pasado.
Las religiones, el matrimonio, los partidos políticos, los sindicatos y todas las instituciones del siglo pasado conviven con esta nueva sociedad, pero sin el peso ni la potencia que supieron tener en la organización social.
La libertad personal es el norte de la vida moderna.
Esta búsqueda permanente de libertad no ofrece el compromiso solidario que construye sociedades estables, permanentes.
Es lo que el filósofo polaco Zygmunt Bauman bautizó Modernidad líquida.
Bauman, acuñó el término de modernidad líquida para los tiempos actuales, basándose en los conceptos de fluidez, cambio, flexibilidad, adaptación, entre otros.

Cuando habla de “líquido” lo hace en forma metafórica de la época moderna, ya que esta sufre continuos cambios, convirtiendo la sociedad en algo distinto y nuevo, sin la capacidad de recuperar la forma de aquello que fue.
A diferencia de la sociedad del siglo pasado, que se constituyó como tal, sobre la base de conceptos e instituciones ¨sólidas¨ ,¨duras¨ , ¨permanentes¨, nuestro mundo se caracteriza por la capacidad de mutar en forma constante, instantáneamente, como lo hacen lo líquidos que copian perfectamente las formas de los elementos que los contienen y cuando no los contienen ,corren rápidamente en todos los sentidos casi de manera caótica y es muy difícil de contener su movimiento.
Todo es instantáneo, rápido, destinado a morir en el corto plazo.

» Los individuos en las sociedades líquidas se dividen entre los que tienen acceso al consumo y los desechables, nuestra moral líquida permite invisibilizar lo que perturba»

Otra de las características de nuestras sociedades líquidas es el consumo permanente y desmedido.
La globalización y las nuevas tecnologías ponen a disposición de las sociedades interminables ofertas de consumo de bienes y servicios que se devoran unos a otros.
La necesidad de consumir toda clase de productos y servicios, que quedaran viejos rápidamente , crea en nuestras sociedades angustias existenciales, cambios en las relaciones y el sentido del trabajo, la familia, la interelación con los otros y la aceptación de los distintos.
En forma resumida, Bauman plantea que la sociedad líquida es una sociedad no moral, basada en las diferencias, el individualismo extremo, la angustia permanente y la falta de solidaridad.
Nuestras sociedades se conforman en rededor del consumo efímero sin producir riquezas ni bienestar para todos y solo para unos pocos.
La concentración de la riqueza y la aparición y pobreza estructural son sus consecuencias más visibles.
Las capacidades para pertenecer al mundo del trabajo mutan también muy rápido, cambiando conocimiento duro, sólido, por habilidades y talentos adaptativos.
En el siglo pasado la pobreza y la vagancia, eran efecto y causa de las conductas morales de los seres humanos.
En las sociedades líquidas, el trabajo no garantiza salir de la pobreza y pertenecer a la porción de la sociedad que puede consumir.
Es decir que las sociedades líquidas se dividen en los que tienen capacidad de consumir y los que no.
Si en siglo pasado era casi seguro que ser empleado nos garantizaba estabilidad financiera y económica para todos la vida, en esta sociedad líquida, estamos a merced del mercado y de sus cambios permanentes.
Los pobres, son así la consecuencia de esos cambios, son personas que han sido expulsadas en algún momento del sistema y que no consiguen reinsertarse.
Son desechables.
El papel del estado ha cambiado también, dejando de ser garante de bienestar y seguridad, para convertirse, en el mejor de los casos, en un mero arbitro de las tensiones sociales.
Producto de los cambios continuos en el mundo laboral se crean olas migratorias que no son posibles de reabsorber en economías líquidas, creando profundo odio para este grupo de personas, que son consideradas un ¨peligro¨ para la exigua estabilidad en los mercados laborales.
Bauman los califica de «residuos humanos» y las sociedades líquidas intentan diferentes estrategias para negar su existencia, para invisibilizarlos.
A nivel del individuo la globalización y sus cambios, nos obliga a mutar también nuestra identidad, conviviendo con múltiples identidades como si de capas se trataran que van siendo usada (y desechadas) según los momentos.
Las transformaciones que provocan las nuevas tecnologías y las redes sociales en particular, reafirman este mundo individual.
A pesar de la facilidad de interactuar con mucha gente, esas relaciones son impersonales, caracterizadas por un diálogo de iguales, que solo reafirma nuestros sesgos y funciona como una cámara de eco.
Escuchamos de los otros nuestra propia voz, en forma permanente (y cambiante), lo que nos permite vivir sin el dilema moral que supone la negación de los demás.
Nos libera del esfuerzo necesario de escuchar, entender, aceptar y convivir en forma plural.
El miedo y odio al distinto, a los pobres, la falta del compromiso que cualquier tipo de relación humana exige y un futuro incierto son características de estas nuevas sociedades.
Es en este contexto de pesimismo y angustia permanente , cambiante y vacío que nos toca comunicarnos desde las instituciones de gobierno o los partidos políticos.
Asistimos al cambio entre el paradigma de la comunicación de masas para cientos de miles a cientos de miles comunicaciones individuales.

Marcelo Pérez Sanders
[CEO] Numeral 8

marcelosanders@numeral8.com

*Zygmunt Bauman, filósofo polaco creador del concepto de modernidad líquida (1925-2017)

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