NUEVA POLÍTICA O NUEVA DEMOCRACIA
Todos entendemos el significado de la palabra DEMOCRACIA.
En mayor o menor medida, todos conocemos los valores que si o si se deben respetar en cuanto al división de poderes, la participación popular, el voto y algunos otros componentes. ¿ Pero, nuestras democracias siguen siendo iguales al momento en que se gestaron? La representación de los líderes, los partidos políticos son iguales a lo que fueron hace 30, 20, 10 años ?
¿Qué cambios reconocemos en la forma de relación entre dirigentes y dirigidos en este siglo XXI?
En verdad, los partidos políticos no han desaparecido, pero se encuentran asediados por la era de las individualidades. Este proceso ha sido denominado por Bernard Manin como “metamorfosis del sistema representativo”, caracterizado por el pasaje de una “democracia de partidos” a una “democracia de audiencia”, que surge como resultado de la atenuación de las identidades político-partidarias, la fluctuación de las preferencias ideológicas y del ocaso de los partidos políticos como mediadores principales en la relación entre representantes y representados. Paralelamente, se configura un espacio público mediatizado, en donde las principales decisiones pasan a ser de un grupo de profesionales especializados (expertos remunerados) en detrimento de los militantes, los programas políticos y las identidades heredadas . A partir de entonces, los acontecimientos se crean en el espacio de los medios y la visibilización se transforma en un aspecto consustancial a la acción política: el poder existe en la medida en que se encuentra “puesto en escena”.
Conjuntamente a estos múltiples cambios también acudimos al surgimiento de un nuevo formato representativo definido por la proximidad entre representantes y representados . Existen dos principios constitutivos del lazo representativo: la identidad y la distinción. Por un lado los electores aspiran a que los representantes sean personas calificadas, “ciudadanos distinguidos”; por otro a poder reconocerse en ellos, a identificarse con ellos, se espera del representante que se mantenga cercano a sus electores, que conozca sus problemas y preocupaciones, que comparta sus inquietudes y aspiraciones.
Actualmente acudimos a la preponderancia de la identidad por sobre la distinción.Estas nuevas demandas generan el nacimiento de la “representación de proximidad”,esta supone una política personalizada, partidos políticos débiles y un rol importante de los nuevos medios de comunicación bidireccionales que permiten que los electores no sean meros espectadores de la realidad política . Los políticos contemporáneos no se presentan ya bajo la idea de salvadores en contextos de crisis, sino como simplemente humanos, semejantes a los demás ciudadanos en lo que tienen de no extraordinario, lo que se define como identificación “anti-carismática”. En la era de proximidad la identificación se genera con un dirigente que no tiene nada de mejor, de admirable, de diferente .
La promesa electoral ya no es un mandato, sino una palabra maleable que se disgrega. A menudo, este proceso se complementa con la aparición de liderazgos que provienen desde afuera de la escena política (“outsiders”….les suena??). A partir de entonces, los partidos políticos se ven obligados a llevar adelante campañas centradas en“líderes de popularidad” –es decir, en personalidades sustentadas por los resultados de las encuestas de opinión.
Vemos como figuras deportivas, del mundo del espectáculo, de la cultura se integran sin un gran bagaje que legitime esas incorporaciones. Pero el caudal de conocimiento e instalación hace posible que se supla los años de militancia que no se tiene.
Por otra parte, las nuevas tecnologías han rediseñado el espacio público y se han convertido en una herramienta indispensable para lograr mayor transparencia, cercanía y, sobre todo, involucramiento con los ciudadanos. Esto conduce a una espectacularización de la intimidad , que favorece una identificación entre enunciador y destinatario, mediante indicios de cercanía hipertrofiados . Sin embargo, muchas investigaciones realizadas hasta el momento demuestran que se ha privilegiado la autopromoción y la simple presencia , reforzándose, de este modo, el modelo unidireccional de “uno-a-muchos”.
Las redes sociales renuevan las formas de mediación política, transformando la relación entre representantes y representados . Crean efectos de proximidad, el ingreso de los políticos en la web 2.0 permite una relación directa con los ciudadanos, contribuyendo sobre todo a construir una imagen del vínculo íntimo que uniría a los políticos y a los ciudadanos comunes . Las redes sociales aportan a una relación más flexible y directa con el ciudadano, caracterizada por la informalidad . Además “la inmediatez del contacto da la impresión a la vez de la copresencia, pero también de políticos menos“públicos”, que podemos imaginar en su casa, frente a su computadora por la noche, como todo el mundo ”.
Las publicaciones de los políticos exitosos mantienen porcentajes muy parecidos entre posteos personales-familiares (personas comunes), dogmáticos-partidarios (marco de referencia) y gestión del día a día.
Esta cercanía cambia además al receptor que pasa a ser solo «vecino» en lugar de » ciudadano», que aleja, hace impersonal y dura la relación.
En la campaña presidencial de 2015, Mauricio Macri dió un paso aún mas grande e importante, ya no solo se mostró como un igual, cercano y en actitud de escucha, sino además INGRESÓ en la intimidad de las casas de miles de personas que lo recibieron en su cotideanidad, como quien recibe a alguien conocido, del círculo más proximo.
Ese encanto, sirvió para romper la intermediación tradicional de los aparatos partidarios, y logró la magia del » primer círculo de cercanía».
Jaime Durán Barba lo expresa así: Lo tenemos super medido, cualquiera que insulta a un candidato cuando escucha su discurso en la tele, se comporta muy civilizadanmente cuando está frente a el. NO significa esto que vaya a votarlo, pero si que lo escuche.
Mucho para decir de esto, pero será en un próximo encuentro…..